viernes, abril 19, 2024
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6 MESOS I UN DIA

Estaba pensando, y de que no me saltan las lágrimas, que de estos 50 años yo ya he vivido más de 40. Es lo que pasa cuando tienes el pelo como la nieve. En todo caso, si puedo elegir, prefiero recordar los últimos 30 que, más o menos, son los de la revolución, los de la llegada de los primeros remontes desembragables y de los cañones más pacíficos de la historia de la humanidad. Mis vivencias en Masella a lo largo de estas tres décadas han sido numerosas sobre todo a nivel profesional porque durante toda esta época tuve el honor y la gran suerte de parir, dirigir y presentar un programa de esquí en la televisión de mi país.

La estación ceretana ha sido, desde siempre, una gran aliada del Temps de Neu no sólo por las facilidades que nos daban todos los trabajadores, sino por las ventajas que nos ofrecía tener buena nieve y buenas pistas a hora y media de donde editábamos y difundíamos el programa. Masella y Temps de Neu vivieron en 30 años un montón de experiencias conjuntas pero dejadme que destaque dos que me llegaron al corazón de una manera muy especial. La primera de ellas fue organizativa y de participación. Ahora esquiar de noche es una actividad habitual en la Cerdanya, bien que lo saben los seguidores de Masella, pero hace diez años la experiencia nocturna era poco menos que inédita y como inédita, inolvidable. Hacia las seis de la tarde de ese sábado del mes de enero del 2008 Masella estaba inusualmente llena de aficionados a la montaña, en la nieve y en la aventura. Más de dos mil personas se calzaban de nuevo los esquís, mientras que otras dos mil, entre amigos y familiares, esperaban en la base de la estación con ganas de vivir un espectáculo único y exclusivo. A toda esta inmensidad de gente deberíamos añadir muchos más miles: TV3 lo transmitía en directo. El espectáculo llevaba por título Nieve y fuego, dos palabras que por su antagonismo provocaban también un montón de fantasías. El objetivo no era otro que superar el record del mundo de bajada de antorchas que hasta entonces tenía la estación tirolesa de Lermoos-Grubigstein en 1600 esquiadores; la marca austriaca saltó por los aires, la superamos con 400 personas más.

 

 

En un lugar destacado de mi casa tengo enmarcada una fotografía de Toni Anguera que tuvo la brillante idea de ir hasta el otro extremo del valle desde donde se apreciaba de manera inmejorable aquel inmenso rosario de lucecitas que, en la negrura de la noche, daban vida y color a la columna vertebral de Masella. Es cierto lo que las fotografías avivan recuerdos. Cada vez que veo esa imagen en vienen a la cabeza decenas y decenas de sonrisas, lágrimas de emoción y declaraciones a los micrófonos del Temps de neu soltando todo tipo de sentimientos.

La segunda gran experiencia que nunca olvidaré -y creo que Masella y la historia del esquí pirenaico tampoco- es de tipo informativo y también tiene fecha concreta: el ocho de mayo de 2009 subí acompañado por cámara Marc Boix -apasionado del esquí como pocos- porque estaba punto de producirse una noticia curiosa que no podía pasar desapercibida y por esa razón «entrar» en el Telenotícies vespre. La estación, que todavía estaba abierta, vivió un magnífico final de temporada con guiño incluida a las devastadoras noticias sobre el cambio climático que presagiaban lo peor futuro en las estaciones de esquí. El vídeo lleno de imágenes de nieve grabadas esa misma mañana acababa con aquello de «… por primera vez en el período de un año una estación pirenaica ha estado más días abierta que cerrada, Antoni Real TV3, Masella.»